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miércoles, 22 de octubre de 2014

115.- AMPELMÄNNCHEN, EL HOMBRECILLO DEL SEMÁFORO (BERLÍN, ESPAÑA)

Creado en la desaparecida República Democrática Alemana, se ha convertido en un símbolo y un icono de la ciudad de Berlín.
 

Ampelmännchen

 
El origen de este simpático muñeco se debe al desarrollo del tráfico rodado en las ciudades y a la aparición de los primeros semáforos a principios de los años 50. El psicólogo Karl Peglau, que trabajaba en el servicio de transportes y comunicaciones de la RDA, empezó a criticar que los colores de los semáforos de los peatones fueran el rojo, el ámbar y el verde. Eran colores que no distinguían el 10% de la población lo que podía provocar accidentes. Así decidió diseñar unos semáforos con símbolos pero descartó esa idea ya que los niños y ancianos podían no llegar a comprender la simbología. Otro motivo para descartarla fue el alto coste que implicaba tener que cambiar todos los semáforos.
 


 
Entonces Plegau decidió crear un dibujo de un señor dando un paso, que indicaba que se podía pasar, y un señor con los brazos en cruz, que significaba que no se podía pasar. Estos dibujos serían fácilmente entendibles por todos los sectores de la población. Como Plegau no era muy diestro con los dibujos, le solicitó a su secretaria Anneliese Wegner que los dibujara siguiendo sus indicaciones. Así, el 13 de octubre de 1961, el Ampelmännchen fue aprobado por el Ministerio de Transporte, empezando su fabricación de las calcomanías en la empresa estatal VEB-Leuchtenbau Berlín. Que fueran calcomanías evitaba tener que cambiar los semáforos.
 



 
El éxito del Ampelmännchen fue total. En los años 80, el Ministerio del Interior de la RDA le dio vida para utilizarlo con propósitos didácticos. Además salía en tiras cómicas de los periódicos y en historias radiofónicas. Incluso la televisión pública creó una serie animada llamada Stiefelchen und Kompaßkalle.
 


 
Ya en 1990, con la caída del Muro de Berlín y la reunificación alemana, se inició la estandarización de todos los semáforos de Alemania, extendiéndose el diseño occidental y retirando los Ampelmännchen. Esto convirtió al “hombrecillo del semáforo” en la mascota del movimiento nostálgico de la época comunista, el Ostalgie. Ya en 1995, el diseñador Markus Heckhausen, alemán occidental pero que a principios de los noventa había vivido en el Berlín oriental y que conocía perfectamente a los Ampelmännchen, decidió recuperar los antiguos semáforos y crear unas lámparas de diseño. Estas lámparas fueron un éxito al salir en revistas de decoración y como atrezo en series alemanas muy populares de la época. Heckhausen creó en 1996 la primera tienda Ampelmänn GmbH, donde empezó a vender camisetas, gorras, tazas, etc… con la figura del Ampelmännchen impresa. Estas tiendas fueron un éxito entre los turistas y entre los berlineses que recordaban con nostalgia los antiguos semáforos. Al final, el ayuntamiento decidió recuperar a los Ampelmännchen para los semáforos de toda la ciudad.
 




 
En el 2004, Joachim Roßberg creó el equivalente femenino del Ampelmännchen, la Ampelfrau o Ampelmädchen. Esta “mujercita del semáforo” se puede ver en Zwickau, Dresde y Bremen. Heckhausen, que contaba como socio de su tienda con Plegau, denunció a Roßberg por plagio, pero en el 2005 el Tribunal de Leipzig declaró que el logotipo era de dominio público.
 

 
Dirección: Todas las calles de Berlín
Dirección tienda: Sophienstraße 21, Berlín
Horario: Todo el día
Precio: Gratis

 
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lunes, 20 de octubre de 2014

114.- LA BALDOSA MODERNISTA “ROSA DE BARCELONA” (BARCELONA, ESPAÑA)

La baldosa  Rosa de Barcelona o panot, como se llama en catalán, se ha convertido en los últimos años en uno de los símbolos de la ciudad.
 
Panot Rosa de Barcelona


El origen del dibujo se atribuye al arquitecto modernista Josep Puig i Cadafalch. Lo utilizó en 1900 en las baldosa empleadas para pavimentar la entrada de carruajes de la Casa Amatller. Se cree que se inspiró en la flor del almendro porque el apellido del burgués Amatller coincide fonéticamente con ametller (almendro en catalán).
 


Con la expansión de l´Eixample, el Ayuntamiento de Barcelona decidió iniciar la pavimentación de las calles de la ciudad. Para ello sacó un concurso público en 1916 con cinco modelos de baldosas, todas ellas con dibujos geométricos: la rosa, pastillas de chocolate, circunferencias concéntricas y rombos con cuatro círculos. El concurso fue ganado por la empresa Escofet Tejera y Cia. Esta empresa había importado, a finales del siglo XIX, la técnica de fabricación del pavimento hidráulico. Fabricado con cemento, arena y agua, al producirse con una prensa hidráulica se podían hacer las baldosas en serie. Anteriormente se hacían de forma artesanal, lo que era económicamente inviable para poder pavimentar toda la ciudad.
 



El éxito de la baldosa o panot se debe a que es una pieza barata y resistente. Es pequeña (20cmx20cm y 4cm de grosor), manejable, fácil de sustituirse y se adapta a cualquier irregularidad. Además es antideslizante y fácil de limpiar. Además de todo esto, su diseño es simple y bonito, lo que ha provocado que pasase del suelo a los souvenirs.
 



El boom turístico de Barcelona ha provocado una demanda constante de souvenirs. Una vez agotadas  las ideas con el trencadís de Gaudí, muchos diseñadores y emprendedores han empezado a buscar un nuevo símbolo de la ciudad. Muchos han cogido la Rosa de Barcelona porque tiene un diseño sencillo a la par que bonito.
 



Se puede encontrar en tazas, camisetas, posavasos, pendientes, pulseras, etc… Incluso se puede comprar una baldosa dentro de una caja con su historia (Llibreria Bestiari), aunque al precio desorbitado de más de treinta euros. También la encontramos en bolsos y monederos como los de la tienda Calpa (C/Ferran nº 53) o con forma de chocolate (Enric Rovira). En la actualidad, la empresa Mosaics Capdevila vende la baldosa de Barcelona (es suministrador del Ayuntamiento de Barcelona) y muchas tiendas de la ciudad han pavimentado su suelo con esta baldosa.